En el momento que aterricé jamás pensé en volver a verla.
Recordaba todo, creo.
Ahora estoy en otro planeta, las distancias vuelan y el camino se hace corto e infinito al mismo tiempo.
El instante que somos al despertar lo volveremos a ser repetidamente hasta poder alcanzar el diamante perdido.
Hasta que cada ser vivo de este planeta encapsulado en miles de estalactitas, se dejen librar por completo y creemos un nuevo amanecer.
Donde cada uno de nosotros pueda ver a través del espíritu que aún sobrevive caminando en pasto fresco.
Entra en mí, yo te espero con un: SÍ.