Galopan en mis adentros todas las posibilidades de vida presente, gratitud inmensa al milagro.

Galopan en mis adentros todas las posibilidades de vida presente, gratitud inmensa al milagro.
Aquel destierro nos ha hecho fuertes.

domingo, 2 de febrero de 2014

El león.

Clavícula de mujer en alguna esquina, sentada esperando quién sabe qué, no para de morderse la punta del dedo índice de su mano derecha.
Su piel es terciopelo y su pelo alborotado me emociona.
La observo continuamente sin poder disimular.
Sus ojos deambulan entre las personas, busca algo, pero no a un humano, busca algo, algo busca.

Tengo que seguir mi rumbo, tengo que volver a casa, tengo que comportarme y seguir caminando, aquí, desde este ángulo en la vereda, las personas me pasan por encima, salen, entran, corren, gritan, lloran, sonríen, mean, escupen, ensucian y duermen.
Y no estoy incómoda, porque simplemente, en este momento diamante estoy viviendo en su clavícula, en su dedo índice, en su pelo alborotado.

Hasta que...
Me encontró, con su mirada granos de café, me encontró aquí, observándola, entre todos estos personajes de media tarde, dejó por un segundo de morder su dedo y me miró tan dulce y tajante como uvas violetas de la parra de mi abuela.
Y yo, totalmente inmóvil, sonreí levemente.
Abrí mis ojos, ella recuerda que parecían sandías.

Nosotras no nos acercamos en ese momento diamante, las que se acercaron  fueron nuestras almas, tanto tanto que hoy la extraño.
Tanto tanto que hoy ...

El León pareció cobijarnos, entre sus patas y panza dormimos, comimos, bailamos, cantamos.
Tanto tanto que hoy...
Tanto tanto que hoy la extraño.

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