Recuerdo de aguamarina, rompe mi bolsa protectora de vida.
Visualizo casi integralmente aquel momento traumático e inhóspito de la creación, belleza pura.
Suenan flautas y trasportan mi pequeña alma a un cubículo de huesos, sangre y carne.
Mi cuerpo flota ya formado entre las luces de la creación, comienza la danza.
Muchas escaleras, caminos y un prisma violeta que enciende la bienvenida.
Recuerdo mis ansias de nadar, de agua, de río o de mar, ya los conocía y los deseaba.
Envuelta en celestes gasas tomé mi primer alimento y la varita sonó, lirios, madre, dios, humanidad recreativa y emociones raíces que vuelven y nacen como un hueco en las nubes o una montaña llena de hilos que coronan la llegada de algún ave a lo alto.
Déjate caer.
Déjame en el agua, aquel sagrado río que me protege, mi gran abuelo San Pedro me guía.
Volví a nacer entre arpas y colibríes, entre Jesús y las montañas, Buda acompaña, cada vez más y más repletas de figuras de hace millones de años.
Observé la cascada Peruana, ya la conocía, de aquel día del Aguamarina.
Y sus piedras tronos, canciones de recibimiento.
Bienvenida vida.
((Recuerdo del Abuelo San Pedro Huachuma)
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