Galopan en mis adentros todas las posibilidades de vida presente, gratitud inmensa al milagro.

Galopan en mis adentros todas las posibilidades de vida presente, gratitud inmensa al milagro.
Aquel destierro nos ha hecho fuertes.

miércoles, 3 de agosto de 2016

3 DE AGOSTO DEL 2016

-En estos meses he pasado por tantos estados emocionales que ya perdí la cuenta, entre revueltas y búsquedas, recuerdos y dolores, reencuentros e introspección, lágrimas y sonrisas, despedidas y bienvenidas.
Agosto es un mes tan particular, ya no recordaba como se vivían los agostos en Buenos Aires.
Este frío entumecedor, la lluvia y la hastiante humedad, la peculiaridad hermosa de los atardeceres desde Haedo y sus casitas de tejas que reflectan la luz del sol, la sombra de las 35 palomas en el cable de la vecina, la casita, el gobierno, la lucha, mi cuerpo, el tiempo, las decisiones, el viaje, los trenes y toda esa contradicción que me inunda al verlos de nuevo.
Cuando era chiquita, por estos meses con mi vecinito nos gustaba jugar debajo de la parra a buscar caracoles, los ponía a todos en una mesa del patio de la abuela, cuando tenía unos cuantos, nos sentábamos a verlos, a gozar de su simple existencia y luego les buscábamos el mejor lugar de la rama más anudada de la misma para dejarlos a todos juntitos, espumosos y babosos.
Recuerdo las botas de lluvia, la mamadera caliente llenita de chocolate, la tristeza inentendible y la inocencia de la niñez...
En este mes se fue mi maestro/hermano de esta tierra, con sus siete soles casi recién cumplidos.
Fue una noche fría del año dos mil cinco, días en los que mis huesos por aquella hepatitis b no respondían bien y lo que me reconfortaba era dormir, solo dormir.
Hoy recordé sus manitas en la tierra buscando lombrices en el rancho del barrio en 1998 y la pava que alguna tía le dio para que jugara, recordé sus ojos verdes que parecían mandalas, su piel y pelo lacio, el ajedrez que pidió como regalo de cinco, su cuarto, su letra, su inteligencia y delicadeza.
Le enseñé a cruzar las calles prestando atención a los dos lados, estaba ansioso por cruzar solito.
El viento en su cara corriendo feliz.
Hice mucho esfuerzo mental para no olvidar su voz y también para tener una relación amorosa y cercana aunque su carne no esté presente, el viaje es un regalo suyo, lo sé.
Muerte.Vida.Muerte.Vida.Muerte.Vida...
El proceso natural inexplicable al que pertenecemos, cuando lo pienso me siento tan insignificante, inocente, pretenciosa.
Cuando lo siento me invade la inexplicable sensación del vacío y una extraña paz de saber que el reencuentro está aquí, en mis adentros, siempre junto a la fuerza del intento.
Soy parte de eso que se fué, estoy constituida de mil mares y ríos, reconstituida por mi misma en el juego del rompecabezas que aún no conseguí terminar.
Es duro cuando le propongo mente a lo que sucede, es pesada la mochila si me quedo observando hacia atrás o hacia adelante, es tan jodido vivir el presente, me atraviesa una educación a la que no le conviene que sane, que sea, que viva aquí.
Cuando comprendí que este cuerpo ya no es aquél al que maltrataron y utilizaron, cuando profundamente me inundan los amaneceres y la irracionalidad, ahí, en ese segundo, vuelvo a ser feliz, porque están aquí conmigo y estoy con todas ellos bailando, cantando, toda esta eternidad.

Expresar Sana, Me Sana.

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