María Magdalena dormía con laureles y una foto de Jesús debajo de su almohada, por miedo a sus pecados en los sueños.
Pues yo, duermo con el nombre de mi hermano menor en mi muñeca, por miedo a olvidar algún día su voz.
El miedo no mata, no apresa.
Es el miedo que elijo vivir, es lo que sale por consecuencia de extrañar carne que jamás se volverá a tocar.
Miedo al olvido, todo el mundo desea olvidar.
¡Yo deseo recordarte!
Sin fotos, con imágenes que a cada instante mi cerebro aún guarda intactas.
Solo me queda agradecer aquellos años de vida que nos has regalado.
Sigo pensando si la muerte es una gran mierda o una liberación, no lo sé, cuándo muera lo hablamos.
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